en Revista Gatillo

Timbre 2. Veladas Gallardas
Antología narrativa de varios autores
Editorial Pulpa

176 páginas
Por Ayelen Bonifazi


Una reunión de jóvenes escritores que tiene lugar una vez al mes en el departamento de la calle Gallardo, textos inéditos, proyectos literarios, empanadas, cervezas... Da lugar a un libro: Timbre 2. Veladas Gallardas. Sí, todos  tocaron el timbre 2 de la calle Gallardo, la casa de Juan. Esperaron salir sorteados. Leyeron sus textos de papeles arrugados que traían en los bolsillos del jeans o algunos, otros de hojas prolijas que guardaban en carpetas en alguna Velarda (como han dado en llamar a aquellas reuniones). Bebieron y comieron juntos hasta largamente pasada la medianoche. Pues todo esto experimentaron antes de publicar este libro. Allí se gestó.
¿Cómo sabemos esto? ¿El autor no ha muerto? Mmm... Parece que no.  Entonces en el libro se nos habla de lo que fue, de antes de que hubiera libro, nos dibuja el contorno de los autores, que durante esta noche que dura la crónica, serán lectores públicos, y todo cobra vida. El libro se vuelve un encuentro literario, ya no estamos leyendo una antología... Sino sentados con ellos en la Velarda, observándolos, esperando que quien el sorteo ha señalado como el próximo, comience.
Tratemos de aclarar que tiene por delante el lector: Un libro. Un recorrido de diez cuentos. Una crónica fragmentada de una reunión de amigos acrónica. Fragmentos de noches literarias. Fotos. Dibujos. Collages.  Un híbrido que nos recuerda que estamos frente a la literatura posmoderna que rompe el límite de los géneros. 
Así, uno se puede olvidar que lo que tiene en frente es una antología y ver una totalidad difícil de clasificar. ¿Crónica?¿Novela? ¡Qué importa! Acá llegan los aplausos: Los fragmentos de  crónicas del grupo literario enmarcan y conectan los cuentos, se vuelven metaliterarios por momentos, vuelven el libro una totalidad, atrapan al lector y ya no es posible leer los cuentos al azar o dejar el libro por la mitad como el resto de las antologías. Estamos allí. La Velarda debe finalizar para poder cerrar el libro e ir a nuestras casas.
Uno a uno se irán presentando los diez cuentos. El sorteo señala que Rusi Millán Pastori rompe el silencio al leer “Plan B”, texto que mezcla el enfoque visual del cine con la reflexión sobre el acto de escribir. Nos lleva a un set de filmación y cuando la cámara se apaga se halla el espacio de lo narrado y la escritura.
Seguimos adelante y luego nos adentramos en un clima de tinte gauchesco o campestre con “Manos Blancas”, texto muy bien logrado de Odiseo Sobico.
Los cambios de temática son bruscos, pero se puede notar una cierta familiaridad entre los textos. El uso del lenguaje procaz, la jerga del porteño actual o como en el futuro lo llame algún crítico a nuestro hablar más cotidiano y por momentos bajo, gana terreno en la sintaxis de todos los textos. Y se logra una prosa actual, fluída y no por eso menos literaria.
Seguimos recorriendo las páginas y la noche avanza, cada vez sabemos más de los escritores que nos rodean. Los cuentos “Tres baldes de arena por una de cal” de Leonardo Oyola y “A mi hermano” de Natalí Tentori suman a todo lo anterior poesía y lo logran: nos dejan un sabor amargo. Desde lo simple, un balde de arena, una tira de banderines de colores representan y metaforizan profundidades humanas y llegamos a un silencio, un insomnio o un canto bajito que abrevia a la vez que dice muchas palabras.
La noche continúa... La suerte manda en el sorteo… Siempre están quienes disputan los últimos lugares porque el azar así los ha marcado. El dueño de casa cierra los diez relatos con “Cuis lingual”, texto producto de una consigna del grupo. Y luego nos deja merodear, cuando todos ya se han ido, por el living que carga con los vestigios de una noche literaria, una noche de amigos… 
La apuesta del libro es buena… Desde ahí, desde el juego entre literatura y formato, lo hibrido, logra interesar al lector. Y sin duda es producto de su tiempo… Posmoderno… Literatura posmodernista. Sin embargo, como buen hijo de su tiempo reproduce también algunas contradicciones de su tiempo… Por momentos algunos relatos se vuelven anécdotas… Simplemente anécdotas, divertidas, llevaderas, ágiles a la lectura, pero demasiado ágiles como para estampar su paso por nosotros. No obstante esta pequeña marca, el lector podrá encontrar, como nosotros, lo que hace valer su lectura.

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